El buen tiempo se va aproximando, los turistas no dejan de venir a nuestra ciudad, y día tras día me pregunto si de verdad los cordobeses sabemos lo que tenemos, si lo cuidamos y respetamos. Por suerte o por desgracia el turismo es la fuente de ingresos de la mayor parte de la población cordobesa: hoteles, restaurantes, guías, agencias de viajes, restauradores, historiadores, tiendas, espectáculos... prácticamente todo gira alrededor del turismo. Debemos de hacer que nuestra ciudad prospere, y no podemos esperar a que aquellos que nos gobiernan hagan algo por ello, porque me han demostrado que esto del patrimonio y la historia les trae sin cuidado. Pienso que somos los cordobeses de a pie los que debemos de dar el primer paso.
Es necesario bien poco para darse cuenta de que por desgracia, una vez más los cordobeses sólo se vuelcan en la ciudad si hay algún evento importante, véase la candidatura para la Capital Europea de la Cultura en el año 2016, la Copa Davids, o el reciente Flamenking. Pero la realidad es mucho más triste, cuando se trata de cuidar lo nuestro, de proteger la Historia de nuestra ciudad, nosotros le damos la espalda a Córdoba, y así, lo siento, pero no podremos evolucionar ni como ciudad ni como ciudadanos. No hasta que nos demos cuenta de lo que tenemos. Ya basta de estar peleándonos por si la Mezquita es de la iglesia o no debe de serlo, primero debemos de cambiar otras muchas cosas, y una de ellas es el comportamiento hacia nuestro legado.


Pocos sois los que lo leeréis (bienvenidos sois y tendréis mi gratitud eterna) algunos supongo que no compartiréis mi desasosiego, pero espero encender una chispa que se propague tan rápido y nos ayude a reflexionar que tipo de sociedad somos que permitimos destruir un legado histórico que nos dejaron culturas como la romana, la visigoda, islámica y judía.
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