martes, 4 de abril de 2017

LA VIUDA DEL CONDE DE CABRA. LA CANCIÓN QUE SE ENCUENTRA EN LA CALLE MEDINA Y CORELLA

"Yo no quiero conde de Cabra, 
conde de Cabra, triste de mí
que a quien quiero solamente, solamente es a ti".

Si al pasar por la calle Medina y Corella os paráis un simple instante, podréis encontrar una cancioncilla en la pared. Esta canción no es otra que "La viudita del Conde de Cabra" una adaptación musical de un suceso que Federico García Lorca también llevó al teatro. Pero, ¿Qué suceso?

Acontecía el siglo XVII, más concretamente, el año 1654, el Conde de Cabra, Francisco Fernández de Córdoba y Folch de Cardona había quedado viudo de su primera esposa, Isabel Fernández de Córdoba y Figueroa. Tres años más tarde, el Conde quiso casarse nuevamente, y e aquí el problema, pues el Conde eligió como segunda esposa a una viuda de Castro del Río, Doña Mencía de Avalos y Merino, vasalla del Conde y que tras enviudar se encontraba con dos niños.
Este matrimonio estaba mal visto e intentaron disuadir al pobre de Francisco, pues no era normal que un hombre de su alcurnia debiera de casarse con tal viuda, pues lo lógico es que se casase con una mujer de igual status social. Pero el Conde de Cabra no entró en razón y contrajo matrimonio. Esto le valió la intervención del rey Felipe IV, quien ni corto ni perezoso determinó el prendimiento del Conde, ordenando su encarcelamiento a la carcel de San Marcos de León, un antiguo hospital que se encontraba en el camino de Santiago.
El Conde de Cabra siguió en sus trece y no quiso anular su matrimonio con su nueva esposa, alegando ante cualquiera que la acusase de la belleza y la limpieza de sangre de la susodicha. Aguantó todo tipo de amenazas, incluyendo las de su cuñado el Marqués de Priego, aunque al final, después de tantas presiones por parte del padre, Francisco Fernández de Córdoba anuló su matrimonio, el cual le había dado una hija, y se casó con Ana de Pimentel y Enriquez, marquesa de Távara. De doña Mencía de Avalos poco se sabe, sólamente que acabó sus días en el convento de Alcaudete. 
Finalmente esta historia de amor frustrado ocasionó una canción popular que acabó convirtiéndose en la obra de Federico García Lorca y cuyo recuerdo se nos ha dejado en la calle Medina y Corella.