miércoles, 3 de noviembre de 2021

EL HOSPITAL DEL CRISTO DE LA MISERICORDIA

Hoy en día tenemos una calle con el topónimo de Muro de la Misericordia. El nombre de esta característica calle del barrio de Santa Marina se debe a la unión, por una parte de la muralla cuyo trazo delimitaba por aquel lugar, y por otra parte al Hospital del Cristo de la Misericordia que se emplazaba cerca de la misma.

El origen de dicho hospital lo encontramos en el año 1640, cuando un desconocido Gregorio Ponce compró a los Padres de Gracia una extensión de terreno de su huerto y levantó una ermita y colocó un crucifijo que denominó de la Misericordia junto a la Puerta Excusada. Dicha puerta, conocida en el siglo XIII como puerta del Alquerque se encontraba escondida en un rincón siendo la confluencia de dos lienzos de muralla.


Debido a su situación geográfica dentro de la ciudad, muy cerca de la muralla de la Axerquía, un grupo de cordobeses solía dejar en sus cercanías los numerosos muertos que se hallaban extramuros, de esa manera, podrían ser identificados por familiares o amigos. Con el tiempo, esta ardua labor que se hizo de manera altruista fue recogida en la creación de una hermandad. Dicha hermandad tomó el nombre de la Misericordia debido que dejaban los cuerpos bajo el Cristo que les daría nombre y contó con el beneplácito del Obispo Fray Pedro de Salazar. 

Corría el año 1690 cuando el presidente de dicha hermandad, Andrés Francisco Murga, compró la ermita al nieto de Gregorio Ponce y estableció en la misma una enfermería para asistir en la misma a los enfermos de tisis y asma (ya que estas enfermedades no eran tratadas en otros hospitales). Debido al aumento de limosnas, en el año 1729 compraron dos enfermerías más, llevando las lindes del Hospital hasta la calle Fernando de Lara.

El médico Cayetano Carrascal, tesorero de la Santa Iglesia, junto a una congregación de hermanos construyeron más edificios, aumentando aún más este hospital, que ya llegaba a unirse prácticamente a las lindes del muro de la ciudad. En el año 1733 el Ayuntamiento de la ciudad les concedió una rinconada, con la que aumentaron más sus dependencias y construyeron el cementerio (que estuvo activo hasta el año 1839).

La Hermandad se disolvió en el año 1839 pero fue pasando de manos en manos hasta que en el año 1867 (otros textos lo sitúan en 1872) un gran incendio en el barrio de Santa Marina ocasionó la destrucción del mismo, ya que fue pasto de las llamas. Las crónicas coetáneas señalan como la crueldad del fuego ocasionó que todos los vecinos, horrorizados, acudieran al rescate de enfermos, otros acudieron a la iglesia del hospital a salvar imágenes y enseres y todos contribuyeron a salvar todo lo que pudieron de dicho hospital. Aunque la gran incógnita es... ¿Qué fue del Cristo de la Misericordia? nada más se supo de dicho Cristo desde entonces.

Existe una leyenda que da explicación al nombre del Cristo, este lo recibe a tenor de un hombre ciego que cansado ya de brebajes para recobrar la vista acudió a dicho Cristo y con un palo le atizó un gran golpe al grito de "Si no me puedes ayudar, ¿para qué sirves? Acto seguido el ciego recobró la vista. La gente denominó al Cristo bajo el sobrenombre de la Misericordia, pues a pesar de los malos modos del ciego, Cristo lo curó.

 

viernes, 27 de noviembre de 2020

PERO MATO Y POR QUÉ HAY QUE CAMBIAR EL NOMBRE DE ESA CALLE.

¿Quién fue Pero Mato? ¿Por qué tiene una calle con su nombre? Y lo más importante. ¿Por qué debería de ser cambiado el nombre de dicha calle? Aquí os desvelaremos la Historia de un triste suceso acaecido en Córdoba  y comprenderéis la Iniciativa que el I.E.S. Grupo Cántico está llevando a cabo para solicitar el cambio de nomenclatura de dicha calle.

 Corría el año 1573, tiempos del corregidor Alonso de Arteaga. Cerca del Museo Arqueológico vivía un ilustre médico portugués llamado Pedro Peramato junto a su hermosísima mujer Beatriz Cano. Vecino de ambos eran los Páez de Castillejo, entre los que se encontraba un apuesto y joven galán que veía a Beatriz desde su terraza, y a la que intentaba agasajar. Según cuentan las lenguas, Beatriz acabó sucumbiendo a los encantos del joven. La ira se apoderó del médico portugués, pero los familiares de la joven pidieron al obispo Bernardo de Fresnada que intercediera por la joven y sosegase al marido. Este al final la acabo perdonando y durante un año vivieron en paz y harmonía. 

Pasado el tiempo, un mal vecino colgó en casa de los Mato un sartal de cuernos. Este hecho desencadenó los malos recuerdos que Pedro tenía de lo que aconteció el año anterior y vilmente asesinó a su mujer, ahorcándola con una toalla. Tras el asesinato de Beatriz, y a pesar de la insistencia de los Hermanos de la Compañía, Pedro Mato fue arrestado y encarcelado a espera de juicio. La justica lo acusó culpable de asesinato, tras la insistencia de los familiares de Beatriz, y por ello condenado a muerte.

Aquí debemos hacer un pequeño, e importante inciso. Durante el siglo XVI era común en caso de adulterio acometido por la esposa, que el marido tomase dos vías, el primero judicial y el segundo tomarse la justica por su mano. Si optaba por la primera vía, el marido podría quedarse con los bienes de su mujer y del amante, mientras que si optaba por la segunda, el marido perdía el derecho a quedarse con los bienes. Esto se hacía para que el asesinato no fuera por codicia, sino por honor, pues el tomarse la justicia por su mano acarreaba la muerte inminente de la esposa y del amante. Pero para tal desenlace debería de ser pillada la infidelidad en el acto, y tras el asesinato dejar los cuerpos como estaban e ir en busca de un testigo.

Dicho lo cual, por lo que cuenta la historia Pedro pilló infraganti a Beatriz con su amante, pero él no acabó matándola y escribió una carta de perdón. En esto se basó la defensa de los parientes de Beatriz, Sin embargo, Pedro Peramato acudió a la Chancillería de Granada para intentar apelar la condena, y bajo el amparo del boticario cordobés Luis de Albarca se repitió en juicio en Granada. En dicha ciudad, alegando su derecho de tomarse la justicia por su mano quedó libre de la condena a muerte y al final se le condenó a marchar a África (donde no se sabe si cumplió su pena o regresó a Córdoba antes de tiempo).

Lo que si se sabe es que murió en Córdoba, muy cerca del Corral de Comedias, y donde en el año 1712, reflejaba una coplilla que así decía: "Pedro Mato/ Mató a su mujer/ Hizolo tarde/ más hizolo bien  

Como podéis apreciar, es bastante inmoral que en pleno siglo XXI se siga manteniendo la calle Pedro Mato. Y en los tiempos que corren, es de alabar la iniciativa del I.E.S. Grupo Cántico en solicitar dicho cambio. Hay bastantes ilustres cordobeses y cordobesas que bien merecido tienen inmortalizar su nombre con una calle en su honor. Desde No Sólo la Mezquita, quisiéramos que reflexionéis sobre dicho cambio, si es justo o no y que si lo veis justo, apoyéis la iniciativa de dicho Instituto. 


jueves, 28 de septiembre de 2017

EL MOTÍN DEL PAN DE 1652

En este post os queremos hablar sobre un hecho que tuvo lugar en Córdoba el 6 de mayo de 1652. Como bien recoge el título, se hará referencia a un motín que tuvo su origen en las calles de la ciudad debido al hambre que azotaba la misma.

En los años anteriores a este hecho, Córdoba había sucumbido a la peste, esta epidemia que se llevó por delante a un tercio de la población de la ciudad obligó a tomar una serie de medidas cautelares que diezmó la entrada de alimento. En estos casos, la ciudad suele quedar cerrada a cal y canto, incomunicada con el mundo exterior y con fuertes medidas sanitarias.

En los años venideros a esta epidemia, llegaron años de malas cosechas debido a la sequía que azotaba la ciudad. Esto hizo que se acrecentara el precio del trigo y los alimentos de primera necesidad, no obstante, la cantidad de grano que se perdió no era motivo para el excesivo precio que tomó este alimento, sino que al parecer, fue motivado porque la mayor parte del grano fue a parar a la nobleza y al clero.

Ante esta situación llegamos a la primavera de 1652, la situación estaba llegando a ser insostenible, cierta parte de la aristocracia cordobesa se mofaba y humillaba a quienes pedían algo de grano para comer, el alcalde actuaba con extrema dureza contra quienes le pedían alimento y que abaratase el precio de los alimentos. Y ya por fin, el 6 de mayo de ese año se escuchó por las calles del barrio de San Lorenzo  el llanto de una madre que llevaba en sus brazos el cuerpo yaciente de su hijo pequeño. El llanto impotente de esa madre al ver su hijo muerto de hambre hizo que otras mujeres se sintieran en su pellejo viendo que podrían ser las próximas y empezaron a increpar a sus maridos por no hacer nada ante tal hecho. 

Poco a poco los ánimos se fueron calentando y las mujeres tomaron la iniciativa de una revuelta social sin paragón en la ciudad. Cogieron todo lo que estaba a mano (hoces, palas, guadañas..) y se marcharon en busca del corregidor, esto ocasionó que más gente se sumase a la revuelta, tomando ya un carácter preocupante para las altas esferas.

El corregidor Peña Parda, que ya había sido informado de lo que acontecía salió corriendo a suelo sagrado, donde sería refugiado por los Trinitarios, esto encolerizó más al pueblo llano que buscaría en los nobles a los responsables de esta situación, estos que no eran tontos, también salieron corriendo en busca de suelo sagrado, y así quedó la ciudad, con los nobles en conventos y el pueblo llano en las calles de Córdoba.

Obispo Pedro de Tapia
Ante la turba de gente sin control, cuentan las fuentes que el Obispo Pedro de Tapia controló la situación para que esta no fuera desmedida y empeorara. El pueblo arremetió contra los inmuebles de la alta alcurnia y cogió todo el grano que estaba guardado y el que estaba a disposición de la nobleza. Usaron la iglesia de San Lorenzo como granero y empezaron a proteger las puertas de la ciudad, pues corría el rumor que el Conde de Priego vendría a la ciudad con un ejército para someter la rebelión.

Después de ocho días de motín, el pueblo crispado y preparado empezó a robar los bienes muebles de la aristocracia, apoderándose de una ingente suma de dinero y de oro. Fue entonces cuando apareció la figura de Diego Fernández de Córdoba, un miembro de la orden de Calatrava famoso en la ciudad por ser gentíl y amable con el pueblo llano. Este sería nombrado como alcalde de la ciudad, y para acabar con el motín prometió el abaratamiento del trigo. 

En los días venideros la tensión fue bajando, el propio rey Felipe IV y dio 100.000 ducados para la compra de trigo y así abaratar el precio del mismo. No obstante por miedo a futuras represalias, muchos no estaban tranquilos, por ese motivo el nuevo corregidor de la ciudad hizo prometer al rey el indulto para quienes encabezaron el motín y así al pasar de los días los ánimos fueron decreciendo hasta que por fin todo volvió a su cauce.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

MEDINA AZAHARA. SI EL EXPOLIO NO HUBIERA SUCEDIDO

   Corría el mes de septiembre de 936, Abderraman III decidió así como quien no quiere la cosa que un día cualquiera de ese mes se pondría manos a la obra y empezaría la construcción de una ciudad palatina, bueno no es que él se pusiera en plan Manolo y Benito, sino que mandó que lo hicieran. También decidió que esa ciudad palatina sería llamada Medina al- Zahra (para los cordobeses Medina Azahara).

   Cuarenta años después, su ciudad palatina estaba acabada, y como para no tardar cuarenta años, 115 hectáreas construidas y protegidas por una contundente muralla no se hace dos días (en Córdoba tenemos construcciones más pequeñas y que tardarán más a este paso en ver la luz). 

   Pero bueno, este post no va sobre la grandiosidad de Medina Azahara, de eso ya se ha escrito mucho y con todo el tema este de la UNESCO y su decisión (a la cual desde este blog nos sumamos) de incluirla como Patrimonio de la Humanidad (Mérito más que merecido). Este post va de cómo después del final de Medina al-Zahra, el yacimiento fue tratado, y como ha llegado a nuestros días.

   Una vez muerto Abderraman III y su hijo Al-Haken II le tocó el turno al nieto de Abderraman III, Hixen II sentarse en el trono del califato omeya cordobés, pero le tocó vivir un tiempo de revueltas y tras sus problemillas con Almanzor, abdicó en 1009 para volver un año después, pero ya la tensa situación hizo que no fuera remediable el fin del califato omeya, y con el fin del califato llegó la destrucción de la ciudad palatina por sus rivales bereberes. Esta destrucción fue ocurrida en el año 1013 y desde entonces Medina Azahara fue convertida en una pedazo de cantera que suministraría todo lo necesario a quien fuese a recoger material entres sus escombros.

   A partir de la segunda mitad del siglo XIII se produce el primer expolio de la ciudad palatina, con la reconquista de la ciudad de Córdoba por parte de Fernando III para usar dicho material en la reconstrucción de la ciudad, me imagino por aquel entonces a los cordobeses marchando a la antigua ciudad palatina a recoger piedras para construir edificios en la propia Córdoba, de esa manera la muralla de la parte meridional de Medina Azahara iría despareciendo poco a poco por este fin.

   El segundo expolio sometido hacia Medina al-Zahra ocurre en el siglo XV con la construcción del monasterio de San Jerónimo de Valparaiso. Para que ir a una cantera a por piedras si a unos metros más para abajo se encuentra una ciudad palatina del siglo X que ya no se usa. Mira si la piedra está hasta labrada y cortada, vamos a saquearla.

   Esos son los grandes expolios que han mermado la antigua ciudad palatina pero claro, la cosa no queda ahí, son sonados los casos donde expoliadores sustraen columnas de mármol, otros que directamente se llevan pieza a pieza un puente, e incluso el ajuar funerario de una tumba perteneciente a la necrópolis situada en dicha ciudad palatina.

   En fin, que está muy bien el hecho de que un monumento como este sea candidato a formar parte de la lista de monumentos Patrimonio de la Humanidad que ya la ciudad posee, pero que aún el 90% de los restos está por descubrir y que el hecho de que sea nombrada Patrimonio de la Humanidad puede ayudar a que se amplifique la excavación arqueológica (y que cuenten con arqueólogos como yo) para dar a luz a la grandiosidad de este monumento, pero también es verdad que no sabemos cómo se hubiera encontrado la ciudad palatina si no hubiera sucumbido al expolio que los cordobeses hicimos de ella. 

    Esto nos debe hacer reflexionar sobre nosotros mismos y nuestra capacidad de destruir un bello yacimiento, que en este caso ya estaba en ruinas por una guerra civil a finales del califato cordobés. O intentar conservar nuestro legado histórico y patrimonial.

jueves, 15 de junio de 2017

LAS CASAS DE PASO

    Cuando hablamos de casa de paso quizás se suele pensar en una segunda vivienda en la que se va a parar en un corto instante de tiempo, generalmente a dormir. Pero estas casas de paso tienen un origen y un significado totalmente distinto. 

Casa de Paso de la Plaza San Eloy
    En primer lugar, estas casas de paso tuvieron su origen en el propio entramado de la ciudad. En un momento en el cual la ciudad amurallada ya no daba pie a seguir expandiéndose, hubo unos pillines que aprovecharon la coyuntura para hacer la casa donde le daba la real gana y si tapaban el acceso de una calle a otra pues mala suerte. 

    Obviamente, esto enfadó al gentío que debía de dar una vuelta muy grande para llegar a su destino,
pidiéndole al corregidor que intermediara en este problema que se estaba causando. El corregidor viendo el problema que se le venía encima estableció una norma. Las casas seguirán estando donde están pero será de obligado cumplimiento el habilitar una puerta de acceso a la otra calle para que los viandantes puedan pasar sin tener que dar tanta vuelta.

    Y así de ese modo, se empezó a hacer, y es lo que hoy día nos ha quedado como legado de aquellos tiempos, una serie de casas de paso que fueron destruyéndose a medida que las murallas fueron eliminándose y hubo de hacerse un nuevo entramado urbanístico. Como es obvio estas casas de paso cerrarían sus puertas al anochecer ya que era peligroso dejarlas abiertas. Quedando también una frase en el saber popular "casa de dos puertas difícil es de guardar". 

   
Casa de Paso de la Lagunilla
Este tipo de casas fueron objeto de múltiples timos, como los que se daban con la comida durante los años de la postguerra, donde los timadores hacían que los ingenuos compradores de alimento de contrabando les dieran el dinero y esperaban a que el timador les trajera el alimento comprado, pero huían por la otra puerta mientras que el ingenuo esperaba.

    En la actualidad, sólo nos queda una casa de paso. Esta está situada entre la Plaza de la Lagunilla y la calle Chaparro y es conocida como la Casa de Paso de la Lagunilla.

martes, 4 de abril de 2017

LA VIUDA DEL CONDE DE CABRA. LA CANCIÓN QUE SE ENCUENTRA EN LA CALLE MEDINA Y CORELLA

"Yo no quiero conde de Cabra, 
conde de Cabra, triste de mí
que a quien quiero solamente, solamente es a ti".

Si al pasar por la calle Medina y Corella os paráis un simple instante, podréis encontrar una cancioncilla en la pared. Esta canción no es otra que "La viudita del Conde de Cabra" una adaptación musical de un suceso que Federico García Lorca también llevó al teatro. Pero, ¿Qué suceso?

Acontecía el siglo XVII, más concretamente, el año 1654, el Conde de Cabra, Francisco Fernández de Córdoba y Folch de Cardona había quedado viudo de su primera esposa, Isabel Fernández de Córdoba y Figueroa. Tres años más tarde, el Conde quiso casarse nuevamente, y e aquí el problema, pues el Conde eligió como segunda esposa a una viuda de Castro del Río, Doña Mencía de Avalos y Merino, vasalla del Conde y que tras enviudar se encontraba con dos niños.
Este matrimonio estaba mal visto e intentaron disuadir al pobre de Francisco, pues no era normal que un hombre de su alcurnia debiera de casarse con tal viuda, pues lo lógico es que se casase con una mujer de igual status social. Pero el Conde de Cabra no entró en razón y contrajo matrimonio. Esto le valió la intervención del rey Felipe IV, quien ni corto ni perezoso determinó el prendimiento del Conde, ordenando su encarcelamiento a la carcel de San Marcos de León, un antiguo hospital que se encontraba en el camino de Santiago.
El Conde de Cabra siguió en sus trece y no quiso anular su matrimonio con su nueva esposa, alegando ante cualquiera que la acusase de la belleza y la limpieza de sangre de la susodicha. Aguantó todo tipo de amenazas, incluyendo las de su cuñado el Marqués de Priego, aunque al final, después de tantas presiones por parte del padre, Francisco Fernández de Córdoba anuló su matrimonio, el cual le había dado una hija, y se casó con Ana de Pimentel y Enriquez, marquesa de Távara. De doña Mencía de Avalos poco se sabe, sólamente que acabó sus días en el convento de Alcaudete. 
Finalmente esta historia de amor frustrado ocasionó una canción popular que acabó convirtiéndose en la obra de Federico García Lorca y cuyo recuerdo se nos ha dejado en la calle Medina y Corella. 



miércoles, 15 de marzo de 2017

CÓRDOBA Y JEREZ. EL PORQUÉ DE UN HERMANAMIENTO

    Corría el año 1325, cuando el ejército musulmán quiso enfrentar en batalla a la ciudad de Jerez de la Frontera para volver a retomar la ciudad. Ciudad que pertenecería a la corona de Castilla desde 1231. En el dicho año, los valerosos hombres de Jerez salen a combatir a los benimerines que estaban cerca de la Dehesa de Martelilla, y que contaban con un mayor número de soldados en comparación a las tropas jerezanas. La contienda se denotaba desigual y la derrota era segura, pero aquellos valerosos soldados no cejarían en su empeño de defender las lindes de la ciudad jerezana. 

    Mientras que las tropas jerezanas se dirigían al campo de batalla. Con la ciudad prácticamente indefensa, en el silencio de la noche se escuchó un grito -"Córdoba por Jérez". Un nutrido grupo de soldados cordobeses llegaron al rescate sin haber sido llamados, a sabiendas de que en una ofensiva musulmana, la ciudad de Jerez podía caer de nuevo en manos islámicas. Estos cordobeses, exhaustos por el largo viaje decidieron proseguir su marcha al campo de batalla, rehusando el descanso ofrecido por las buenas gentes de la ciudad. 

    Con la batalla aún por determinar, pero con las tropas jerezanas en clara desventaja, llegaron los cordobeses al campo de batalla para enfrentar con sus armas a los benimerines. Jerezanos y cordobeses combatieron juntos, como hermanos, y lograron expulsar por siempre toda esperanza de recobrar estas tierras. Desde entonces, y con la Virgen de la Merced como testigo, tanto cordobeses como jerezanos se juraron hermandad por siempre. 

     La hermandad entre ambas ciudades fue tan buena que en un sinfín de ocasiones la ciudad de Córdoba representó en las Cortes a la ciudad de Jerez de la Frontera, e incluso llegando a votar de manera conjunta alguna propuesta. Por este motivo, en el año 1964 la ciudad de Córdoba le regaló una réplica del caballo de la plaza del potro a la ciudad de Jerez.

     Y este es el motivo del hermanamiento entre ambas ciudades, mucho antes incluso de la existencia de las hinchadas de fútbol. Así que si alguna vez vais por Jerez de la Frontera y paseáis por sus calles, pasaros por la plaza de Belén y allí podréis contemplar esta réplica del potro.