miércoles, 20 de septiembre de 2017

MEDINA AZAHARA. SI EL EXPOLIO NO HUBIERA SUCEDIDO

   Corría el mes de septiembre de 936, Abderraman III decidió así como quien no quiere la cosa que un día cualquiera de ese mes se pondría manos a la obra y empezaría la construcción de una ciudad palatina, bueno no es que él se pusiera en plan Manolo y Benito, sino que mandó que lo hicieran. También decidió que esa ciudad palatina sería llamada Medina al- Zahra (para los cordobeses Medina Azahara).

   Cuarenta años después, su ciudad palatina estaba acabada, y como para no tardar cuarenta años, 115 hectáreas construidas y protegidas por una contundente muralla no se hace dos días (en Córdoba tenemos construcciones más pequeñas y que tardarán más a este paso en ver la luz). 

   Pero bueno, este post no va sobre la grandiosidad de Medina Azahara, de eso ya se ha escrito mucho y con todo el tema este de la UNESCO y su decisión (a la cual desde este blog nos sumamos) de incluirla como Patrimonio de la Humanidad (Mérito más que merecido). Este post va de cómo después del final de Medina al-Zahra, el yacimiento fue tratado, y como ha llegado a nuestros días.

   Una vez muerto Abderraman III y su hijo Al-Haken II le tocó el turno al nieto de Abderraman III, Hixen II sentarse en el trono del califato omeya cordobés, pero le tocó vivir un tiempo de revueltas y tras sus problemillas con Almanzor, abdicó en 1009 para volver un año después, pero ya la tensa situación hizo que no fuera remediable el fin del califato omeya, y con el fin del califato llegó la destrucción de la ciudad palatina por sus rivales bereberes. Esta destrucción fue ocurrida en el año 1013 y desde entonces Medina Azahara fue convertida en una pedazo de cantera que suministraría todo lo necesario a quien fuese a recoger material entres sus escombros.

   A partir de la segunda mitad del siglo XIII se produce el primer expolio de la ciudad palatina, con la reconquista de la ciudad de Córdoba por parte de Fernando III para usar dicho material en la reconstrucción de la ciudad, me imagino por aquel entonces a los cordobeses marchando a la antigua ciudad palatina a recoger piedras para construir edificios en la propia Córdoba, de esa manera la muralla de la parte meridional de Medina Azahara iría despareciendo poco a poco por este fin.

   El segundo expolio sometido hacia Medina al-Zahra ocurre en el siglo XV con la construcción del monasterio de San Jerónimo de Valparaiso. Para que ir a una cantera a por piedras si a unos metros más para abajo se encuentra una ciudad palatina del siglo X que ya no se usa. Mira si la piedra está hasta labrada y cortada, vamos a saquearla.

   Esos son los grandes expolios que han mermado la antigua ciudad palatina pero claro, la cosa no queda ahí, son sonados los casos donde expoliadores sustraen columnas de mármol, otros que directamente se llevan pieza a pieza un puente, e incluso el ajuar funerario de una tumba perteneciente a la necrópolis situada en dicha ciudad palatina.

   En fin, que está muy bien el hecho de que un monumento como este sea candidato a formar parte de la lista de monumentos Patrimonio de la Humanidad que ya la ciudad posee, pero que aún el 90% de los restos está por descubrir y que el hecho de que sea nombrada Patrimonio de la Humanidad puede ayudar a que se amplifique la excavación arqueológica (y que cuenten con arqueólogos como yo) para dar a luz a la grandiosidad de este monumento, pero también es verdad que no sabemos cómo se hubiera encontrado la ciudad palatina si no hubiera sucumbido al expolio que los cordobeses hicimos de ella. 

    Esto nos debe hacer reflexionar sobre nosotros mismos y nuestra capacidad de destruir un bello yacimiento, que en este caso ya estaba en ruinas por una guerra civil a finales del califato cordobés. O intentar conservar nuestro legado histórico y patrimonial.

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