Todos sabemos que en estas fechas siempre hay una parte oscura, por
desgracia esa parte es mucho más oscura en nuestra ciudad. Todos sabemos que
rozamos un índice de paro escandaloso y que nuestros dirigentes vuelven la vista hacia otro lado mientras se dan palmaditas en la espalda autoenorgulleciendose de una gestión nefasta pero
buena al fin y al cabo para ellos que siguen llenando sus bolsillos de un
dinero que no les pertenece. Podríamos hablar de empresarios que se acogen a
una ley laboral recortadora de derechos que harían que Marx y Engels se comieran su
manifiesto comunista desde la primera palabra hasta la última. Podríamos hablar
de empresas que se acogen a una ley laboral que levanta ampollas rojas en los
sindicatos que atónitos, pasivos e impotentes se acomodan en sus sillones de
cuero con sus platos de gambas que pelan y comen como si fueran pipas, para el
caso, las pueden adquirir casi al mismo precio (ellos, no el resto de los
ciudadanos). Podríamos hablar de crisis y corrupción, local, autonómica y
estatal, tendríamos para 120 post y 7 blogs de lo mismo. Podríamos poner la
típica foto de gente cargados de bolsas y regalos con un mendigo de fondo que
nos desea una Feliz Navidad, foto utilizada por muchos medios que buscan la
crítica fácil.
Pero no queremos eso, realmente la sociedad no necesita que la sigan
criticando, maltratando de obra y omisión, tomándola por un objeto estúpido al
que se le puede manipular como si fuera un trozo de plastilina, no, realmente no necesitamos eso,
y digo que no necesitamos porque me guste o no yo también formo parte de esa
sociedad a la que critican todos los días y a la que acusan de ser borreguil.
Yo sólo quiero contaros un recuerdo, porque yo, recuerdo la
navidad como una tradición familiar en la que con mis seres queridos nos
reuníamos a disfrutar de un teatro que organizábamos
los más pequeños, a disfrutar de la pandereta, las canciones mal cantadas y los
gallos de los tíos sin oído musical.
Porque en Navidad nos juntábamos todos alrededor de una mesa y disfrutábamos
de la compañía de nuestra familia, no existía la política,
ni el dinero, no había quejas, sólo disfrutábamos y creábamos
recuerdos, buenos recuerdos. Si os soy sincera no recuerdo los reyes que recibí
en ninguno de esos años, no recuerdo lo que comía en las cenas de Navidad, pero
sí recuerdo y lo recuerdo como si fuese ayer las obras de teatro que organizábamos, a mi padre dándome con la pandereta en la
cabeza y cuando me daba la vuelta me la escondía y se hacía el loco, recuerdo
los villancicos que nos inventamos los primos para tocarlos con la guitarra a
nuestros padres. En definitiva eso es lo importante que siempre queda, esa
marca imborrable en el tiempo, esos recuerdos que son la esencia de nuestra
vida y lo que más adelante nos marcará en nuestro día a día.
La sociedad debe aprender a tener recuerdos, debe recordar lo que vivieron y
lo que quieren que sus hijos vivan, esos bonitos recuerdos, esos momentos que
guardamos como si fuera una película antigua en nuestro cerebro, eso es lo que
hace que nuestra sociedad quiera un cambio, que luche por un cambio y eso, es
lo que yo quiero enseñaros y es de lo que después de darle muchas vueltas he
querido hablaros.
Porque podríamos hablar de gobernantes corruptos, empresarios egoístas,
crisis y paro, pero yo prefiero desearos una FELIZ
NAVIDAD y un bonito recuerdo
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